domingo, 25 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (10)




Hoy el tiempo se ha quedado dormido a mi lado y solo escucho el tictac de su corazón. Hasta dormido avanza.

Foto BdB

sábado, 24 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (9)



Hoy el tiempo me dice que lo he perdido. Que todo este ...... no has estado ahí. Yo veía un espejismo.

Foto BdB

viernes, 23 de diciembre de 2016

jueves, 22 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (7)



Hoy el tiempo me dice al oído que no me engañe, que lo que siento es tan cierto como lo que tú no.

Foto BdB

miércoles, 21 de diciembre de 2016

viernes, 16 de diciembre de 2016

Hacia arriba


“El crecimiento no se puede parar”, esta frase vino tal cual en medio de la noche, y se quedó conmigo. Cuando imagino los pies doloridos de las japonesas de otras épocas, que a fuerza de ser vendados no crecían, comprendo mejor la envergadura de la frase. Eran pies bellos si los veías con el calzado puesto, pero verdaderas monstruosidades desnudos. 

Pensándolo bien, si evitara crecer, se producirían malformaciones que lucharían siempre por salir y, en su búsqueda de una salida, harían ver las cosas del revés, afearían la expresión de la cara o harían que nos reprimiéramos por no estar preparados para expresarnos. En muchas ocasiones he querido dejar de plantearme cosas, ocasiones en las que me digo: nopienses, quédatecómoestás, totalestásbienasí, y lo cierto y verdad es que lo consigo durante un tiempo. Pero cuando menos me lo espero, me sorprendo de nuevo en el camino buscando una salida para lo que lucha por crecer dentro de mí. Es una inquietud que me acompaña desde niña. Me recuerdo siempre buscando sentirme mejor conmigo misma y con los demás. Un buen día mi amigo C. me decía  que cuando se está en el camino, ya nunca se puede abandonar. Y es cierto: tal vez necesite de vez en cuando sentarme un rato en la cuneta a verlas pasar, a descuidar el crecimiento, a no vitaminarme ni mineralizarme, pero al final vuelvo a emprender la marcha hacía mí misma para conocerme y sentirme mejor. Inevitablemente cuando esto ocurre, noto que los que hay a mi alrededor también sonríen más, están más receptivos y abiertos. Mi crecimiento hace que los demás crezcan de manera espontanéa, y viceversa. Das y recibes, y recibes y das, sin saberlo. Esto es un no parar…

Los sistemas en los que vivo están en continuo cambio, me hacen crecer, aumentar la capacidad de recuperación, de disfrute,… Pero claro, esto será así siempre y cuando madure hacía arriba y vea lo positivo de las cosas. De lo contrario las experiencias pueden hacer crecer hacia abajo, escondiendo las raíces cada vez más profundamente, donde falta el oxígeno y la luz. Entonces cabe el riesgo de volverse tóxico para con uno mismo y para con los otros, arrastrando al lado oscuro a quien está cerca para reforzar así las propias teorías fatalistas. Te conviertes en el típico "dameunasoluciónquetedoyunproblema" que lo ve todo negro, que no entiende que rían alrededor.

El crecimiento no se puede parar, tengas la edad que tengas, seguirás progresando y desarrollándote si es eso lo que deseas. Bonito saber que tenemos un camino por delante a nuestra medida porque está hecho por y para nosotros, con sus áreas de descanso, peajes, curvas,  rectas... Yo lo tengo claro: cre(c)eré en el futuro.

sábado, 10 de diciembre de 2016

La otra orilla



Las olas de los recuerdos seguían llegando a esta orilla y se repetían en su oído como los ecos de las caracolas, idénticos cada vez aunque parezcan diferentes. Siempre enclavada allí, con las mismas olas y caracolas, como en un bucle infinito. En la otra orilla, al otro lado del estrecho, se veían luces de colores que marcaban, con sus estelas en el agua, el camino. Unas brazadas y llegaría a tocarlas. Los miedos también sabía que estaban a este lado y buscaba la manera de deshacerse de ellos antes de emprender la travesía. Quería partir ligera de equipaje, lo indispensable para ser ella misma. El lastre le estaba haciendo sentirse tan pesada que no creía que pudiera flotar. Empezó entonces a llorar todo lo que le había hecho daño, a mirar de frente a sus miedos, a romper las amarras que la frenaban a cada intento de volar,… nadie nos enseña a hacerlo y cuesta el doble estando sola. Son necesarios muchos capuzones para conseguir mantenerse a flote, pensaba. A veces, le fallaban las fuerzas, otras las ganas e incluso ambas. Y había ocasiones en las que no llegaba a imaginar que existiese la otra orilla ya que ni siquiera la percibía en las noches de luna llena. Era como una especie de ceguera selectiva que ella misma elegía para no salir de la zona de ¿confort? porque no quería saber nada más. Cada mañana se decía: puedeserhoy, pero de repente ya era ayer y no podía coger aquel barco. Se dormía con el firme propósito de cambiar al amanecer, de salir de la ¿cómoda? crisálida que la encorsetaba y le daba una forma prediseñada. Se daba cuenta entonces de que muchos de sus amigos ya estaban allí mostrándole el camino con señales de humo y bengalas, y que había otros que nadaban o hacían el muerto entre ambos lados porque les faltaban fuerzas. Mientras, otros tantos ni se plantean si sabían nadar. Pero ella lo tenía claro, sabía que no quería quedarse allí ya desde niña. 

Aunque le llevó décadas, una mañana de primavera, con el viento a favor, metió los pies en el agua, y un leve escalofrío le recorrió la espalda. Iba desnuda y parecía una sirena porque resplandecía. Suspiró y se sumergió mientras sonreía. De repente las olas iban en sentido contrario y la acercaban a la otra orilla, las caracolas entonaban sus canciones favoritas, esas que si las unes dan como resultado tú misma. No había miedos en el agua y se sentía más limpia a cada brazada. La llegada fue como pasar al otro lado del espejo, donde ya nada era un reflejo, sino la imagen primera sin luces artificiales ni filtros. Todo tan sencillamente real, tan realmente sencillo. La vida misma...




domingo, 4 de diciembre de 2016

Sobre la escritura



Esto de escribir tiene su parte de magia, yo así lo creo. No hay método, y cada cual lo hará de una manera diferente, que solo a él le funciona. La forma que de momento utilizo es la de la escritura espontánea. Empiezo anotando todo lo que me pasa por la cabeza sin pensar. Entonces, frases inconexas emborronan la pantalla del ordenador. Es algo así como cuando se vacía un bolso sobre una cama que sale de todo, no nos engañemos. Palabras sueltas, versos en busca de un poema, retales de canciones, … hasta que de repente, sin saber de dónde, surge un texto. 

Has echado la caña y, además de pescar la típica bota, esa que siempre aparece en los dibujos animados, notas que al final del hilo del sedal se mueve lo que andabas buscando a ciegas. La primera frase te resuena y hace que te centres en ella como un niño en su juguete nuevo. A partir de ese momento, todo parece más sencillo, pero solo lo parece. 

Ahora, si te concentras, van surgiendo otras ideas encadenadas, personajes que quieren salir del agua, sueños de una infancia que ni siquiera es la tuya, como la hebra que sale del centro de un ovillo. Tienes miedo de que sea demasiado corta o de que se rompa y no te lleve a ningún sitio y, por ello, tiras de ella con precaución. Te va contando cosas que tú misma no sabías que estaban tan bien organizadas en tu cabeza. Te sorprendes jugando con las palabras, las frases, los párrafos. Y la historia va creciendo ante tus ojos de forma natural, como un árbol. Hasta que de repente lo sientes, sientes que tu trabajo ha acabado y que cada palabra está donde quiere estar, en su sitio. Aunque eres tú la que lo construye, tienes la sensación de que el relato te ha utilizado para cobrar forma. Piensas que estaba esperándote en algún sitio de tu cabeza deseando salir a pasear, a un bosque de bambú o a una simple página en blanco. Y aquí lo tenéis, este recién nacido que se explica a sí mismo y a mí de dónde vienen él y sus hermanos. Ahora comprendo perfectamente cuando algunos escritores de reconocido renombre hablan de que para escribir hay que ponerse todos los días, rodeado de musas o no. Es la única manera, algo así como: comer, escribir y rascar, todo es empezar…

Y me voy, que este texto dice que ya no le hago falta.

Foto de BdB

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Yo decido

A donde mis decisiones me lleven

Todo lo que ha ocurrido, mis decisiones e indecisiones, me han traído aquí, a este sitio en el que estoy ahora. Del mismo modo que vivo en Murcia podría residir en otro país, con hijos que nunca conoceré porque no existirán como yo misma decidí cuando dije que no a alguien hace años. No sería la misma persona en ciertos aspectos porque mi experiencia vital sería otra. Tal vez iría teñida de rubio o vestiría de un modo que no me gusta desde la mujer que soy ahora. Mis amigos actuales no me conocerían cuando pasara a su lado por la calle. Da vértigo pensarlo fríamente.

Soy de las que cree que se puede cambiar y después de escribir esto, lo veo más claro aún. Lo que permanecería idéntico sería la familia, el origen, el idioma, es decir aspectos sobre los que yo no he tenido el poder de elegir. En lo demás, yo decido a cada instante y soy capaz de dirigirme a sitios que no habría pensado, dejándome llevar por la intuición. Afortunadamente algunos aspectos del carácter me unen a la niña que fui como un hilo invisible que me hacen reconocerme.

Imagino que al leerme estarás pensando cómo has llegado hasta este renglón. Todo, todo lo que hemos hecho, y lo que no, nos lleva al último sitio en el que nos encontramos. Puedes decidir seguir leyendo o tal vez no. Para ti que sí que sigues, te diré que me maravilla que todas tus decisiones te hayan traído hasta aquí. Muchas gracias por leerme. Yo también me voy ahora a hacer otra cosa. Hasta que nuestras decisiones nos lleven al mismo lugar.

Foto de BDB

martes, 29 de noviembre de 2016

Eso quiero yo



Las llaves que abren tus ojos
eso quiero tener.
El aroma de tu voz,
eso quiero escuchar.
La luz que dan tus manos,
eso quiero tocar.
El aire que mueves a tu paso
eso quiero perseguir.
Y, como diría la abuelita,
tu boca, para comerte mejor.
Eso quiero yo.

Foto de BdB

sábado, 26 de noviembre de 2016

Ser de agua y luz




Eres de agua y luz,
de noches y viento.
Dual e inaccesible,
me miras desde la cama
d e s h e c h a,
sin mediar palabra,
pidiendo más de lo mismo:
lenguas engarzadas 
nacidas en Babel,
vientres que se reconocen 
cuando se encuentran,
sonidos incomprensibles 
que significan deseo.
Y yo, callada, te observo
en esa selva de sábanas
acechando a tu presa. 
Ambos sabemos que soy yo,
pero no huyo.
Me acerco a ti,
dando un rodeo,
para dilatar lo irremediable...

Eres de luz y agua.
Yo te veo
y te bebo
a tragos dulces.



Dibujo de BdB

domingo, 20 de noviembre de 2016

Ya no estás



El tiempo de las flores marchitas en mi pelo parece ya lejano. Ahora en cambio prefiero mirarme reflejada en el agua del estanque de los nenúfares. El color rosa me queda tan bien al amanecer que he florecido como ellos. No me preocupa lo que no sucederá sin ti. Seré a pesar de no estar contigo, lo sé. De hecho ya soy aquella mujer que no lograbas ver, ni supiste amar sin medida. Miro mi reflejo, y aprecio en la mirada las lágrimas que derramé calladamente en el tiempo de las flores marchitas. Se han convertido en luz y hacen que brillen ahora mis ojos. Es hoy cuando siento que ya no estás en mí.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Mar sediento



Mar revuelto,
mar sediento,
lanzas y relanzas tu eco
hacia esta orilla intangible
donde me he parado a soñar.
Imagino que soy ola
en el mar abierto
y me pierdo por seguirte.
A cada brazada,
te alejas de mi sueño,
pero yo aún te escucho
en mi corazón de caracola
que, desde muy chiquita,
me repite al oído:
Regresa, regresa...

sábado, 12 de noviembre de 2016

Soy Sur




El viento del norte a veces
llega sin avisar
y te sorprende con las ventanas abiertas
de par en par.
Ya no hay remedio,
está dentro de ti.
De nada sirve que huelas verde
tras los cristales
empañados de recuerdos.
El mistral no amaina
y es tan realista que duele.
Primavera se niega
a romper el hielo sin tu ayuda.
El viento del norte
cubre de nieve fría
lo que tú creías cálido
justo en tu centro,
en ese rincón inaccesible
que nadie ha podido tocar.
Entonces hay que sacar
el sur a pasear
y abrir las venecianas
de dentro a afuera...
Volverse sur, ser sur.


jueves, 10 de noviembre de 2016

Olvido


Los recuerdos se perdían en su memoria e, incapaz de recuperarlos, olvidaba que ya no existían. Volver a ser alguien sin saber quién habías sido, resultaba tan agotador como infructuoso y prefería dejarse hacer.

No reconocía su propia casa que cada mañana era una diferente, como un laberinto sin minotauro. Tampoco aquella mujer, que lo saludaba con tanto cariño al despertar, tenía rostro para él y pensó que podía ser alguien completamente nuevo que venía y fingía que lo conocía.

Un buen día empezó a tener miedo de perderse y regresó a casa no sabe cómo. No sabía si iba o venía y, sin saber qué dirección tomar, pidió ayuda. La ciudad se desdibujó, luego el barrio, el apartamento, el salón y, al final incluso su sillón le era ajeno. Su cuerpo ya no existía tampoco porque aquellas manos no eran suyas. Las miraba extasiado mientras se movían a un ritmo lento frente a él. Los espejos dejaron de existir y, después de la ducha, veía como aquella mujer sin rostro reconocible peinaba a un hombre que lo miraba con ojos de indiferencia.

Los días empezaron a mezclarse con las noches en una danza aleatoria. Dejó de sentir hambre o sueño. Tampoco su mirada le servía para nada porque estaba perdido en un maremágnum de objetos, sombras, voces que se le mezclaban en todos sus sentidos. Y como no podía nombrar nada, callaba a gritos, como los bebés cuando llegan al mundo.


Mi pequeño homenaje a aquellas personas que, como el protagonista de este microrrelato, se desdibujan sin querer.
  
Foto de BdB: Las manos de mis padres. 

martes, 8 de noviembre de 2016

La fotografía y yo

En plena faena


Cuando hago una foto de la que me siento especialmente satisfecha, me sorprendo muchas veces pensando que quizás no habrá otras, que desde ese momento no voy a ser capaz de encontrar más imágenes bellas. Es como tener miedo a que se me desgaste el ojo fotográfico, la creatividad y el disfrute de esos segundos que ya no se repetirán. Sé que es ilógico pero, por otro lado, pienso también que, del mismo modo que capté la primera instantánea, así de repente, puede que me desconecte de un momento al otro de la siguiente foto y no haya un después. 



La verdad es que esta actividad me hace mucho más consciente de lo que me rodea y del paso del tiempo al observar cómo se mueve la luz disimuladamente, acariciando los objetos y a mí misma a su paso. Esas sesiones en las que los minutos corren más rápido que una ráfaga de fotos me hacen pensar que he encontrado mi elemento. Nado en él plácidamente perdiendo la noción del espacio de tiempo transcurrido que, en muchas ocasiones, se convierte además en un ejercicio de acrobacia para conseguir un encuadre que recoja lo que quiero. Todo ventajas.

Cuando no hacía fotos pensaba que los que las tomaban estaban perdiéndose lo que tenían delante al verlo a través de un cristal; una especie de realidad virtual o envasada. Ahora sé que se disfruta el doble o más. Estás muy presente cuando fotografías y además miras con otros ojos que, aun siendo los tuyos, ven cosas que a ti misma te sorprenden. Pero lo que me parece realmente mágico es hacer retratos. Supone una intimidad que emociona. Las personas desnudan su mirada ante el objetivo y detrás estás tú sintiendo su brillo, intensidad, inquietud, corte, fuerza, inocencia… según. Cuando fotografío a alguien le doy las gracias por permitirme hacerlo pues me parece un regalo que no se le ofrece a todo el mundo.

Hacía meses que necesitaba reflexionar sobre esto pero, como me ocupa tanto tiempo esta nueva afición, he dejado un poco abandonada la pluma. Sin embargo me doy cuenta de que estas dos actividades son complementarias para mí porque existe un lenguaje poético en las imágenes que capto, y a la vez los textos me sugieren formas, brillos, texturas. En algunas ocasiones me quedo mirando una foto y le dejo que me sugiera las palabras que le sirvan de presentación. Y no penséis que estoy loca, no. Me quedo contenta de poder conjugar ambas actividades creativas porque intuyo que me podrán acompañar siempre. 

Pienso que la vida en realidad es una ráfaga fotográfica que dura tanto como nuestra estancia en este planeta. Desde que nacemos, nuestra cámara fotográfica de doble objetivo superavanzada capta el mundo permitiendo guardar en la memoria aquellas instantáneas que resumen momentos, personas y recuerdos significativos para cada uno. Nunca ha tenido tanto sentido mi frase favorita: Somos instantes. Por ello tengo claro que seguiré captando instantáneas que no son otra cosa que fotogramas de mi propia vida. Aunque cueste creerlo, no podemos no hacer fotos cada vez que abrimos los ojos. Así pues os deseo un feliz y largo safari fotográfico.

Primer intento de foto artística con el móvil, año 2013.
                 

domingo, 23 de octubre de 2016

De corazones y fresas














Las fresas son corazones
me dices, y yo las veo
con su rojo intenso 
como nuestra pasión.
El amor nace en cada latido
me dices, y yo oigo el tam-tam 
que golpea mi pecho
llenando mis venas de tu calor.
El amor no ocupa lugar
me dices, y entonces 
me veo infinita.
En mí cabe todo:
las risas, los besos,
las flores del jardín,
los sueños prendidos en mi pelo.

El amor sabe a fruta nueva
cada mañana en mi alcoba, 
allí donde quedan las caricias,
y los tequieros al amanecer,
enredados en nuestros deseos.
Entonces te digo que
los corazones parecen fresas,
y que el infinito es pequeño
para que quepa tanto amor.

martes, 18 de octubre de 2016

TiCTaC




Tic Tac. 
Eco del silencio.
Sonidos que se repiten en un mar de tiempo.
No estoy cansada tan sólo aturdida, sedienta.
El agua del mar no se bebe, 
el agua del mar se evapora sin apagar mi sed.
No estoy en la orilla esperando
el murmullo de una voz.
Es inminente lo que sucederá
y tiemblo ante la certeza.
No serás tú quien me sacie,
ni el agua del mar,
ni el eco del silencio,
serán los latidos de mi alado corazón salado.
Tictac, ya vuelas.

jueves, 26 de mayo de 2016

Puzzle de nubes


Las nubes eran piezas que siempre encajaban entre sí pero que no formaban nada en particular. A veces se daba cuenta de que podían ser justo la pieza que le faltaba a su día. Amanecer se había convertido, desde hacía algún tiempo, en una manera de agradecer a la vida que seguía jugando con ella. Abría los ojos y decía: "Buenos días vida, gracias por permitirme otro día más en el mundo". Se preguntaba entonces si el sol se encargaría hoy de crear un ama-nacer de esos que se te graban en la retina. Ante la duda, solía levantarse y asomarse a la ventana con la inquietud de la niña que espera a los Reyes Magos, sabiendo que podía encontrar lo que deseaba o a veces lo que ni siquiera sabía que existía y que siempre había querido, o no. El cielo la sorprendía y le daba serenidad, aunque conocía a veces mañanas frías muy bravas, de colores grises y a las que les tenía un poco de respeto. Pensaba que salir a la calle en días así era una verdadera odisea ante la que no tenía ni paraguas ni abrigos suficientes en el armario. Se lanzaba entonces en caída libre y, de repente, se daba cuenta de que tenía siempre un paracaídas de reserva a punto que no había visto antes. Aunque aquellos días al volver a casa le demostraban que era más fuerte de lo que pensaba, no le impedían sentir vértigo cuando los tenía de frente. 


Esta mañana, asombrosamente, las nubes encajan con sus deseos pues visten los colores brillantes que más le gustan. Sonríe desde la ventana pensando que tiene que abrir todos esos regalos de debajo del árbol que le brinda el nuevo alba, pero antes suspira aliviada cuando toquetea en su espalda el paracaídas que ha ido confeccionando en los días grises. ¡Preparada, lista,... ya!




Gracias P. por ayudarme con el título y a ti G. por soportar la lectura de mis textos en silencio.
A ti A. por la búsqueda de música para esta entrada que nos está costando. Lo importante es el camino, ya llegaremos a la meta ;-)

Fotografía de BdB

lunes, 16 de mayo de 2016

En mitad de la noche

Me despierto en mitad de la noche y me veo desde arriba como un pequeño ovillo, acurrucada sobre mí misma, como una coma cualquiera del libro que estoy leyendo. Todo es oscuro a mi alrededor pero no tengo miedo. Sé que soy un punto dentro del todo, de la inmensidad. Tampoco siento vértigo ni miedo a la caída en esta noche. Es más bien que me percibo como un pequeño ser con pequeños problemas, con necesidades diminutas, con ideas que no se ven de lo microscópicas que son en un espacio que intuyo infinito. A veces sé que ese punto que soy quiere ser el centro del universo allí donde esté. Es más, hay ocasiones en las que no soy yo la que se mueve al centro, sino que pretendo, en mis sueños de niña consentida, que todo lo demás gire alrededor mío y cuando digo todo, me refiero al todo. Es un intento que requiere una fuerza de atracción titánica que me deja exhausta, lo reconozco. Las teorías heliocéntricas me las aplico entonces a mí y a mis circunstancias que son la palanca que mueve mi universo lleno de satélites enanos que giran alrededor de mí. Pero no sé por qué en esta noche me empeño en verlo todo desde arriba cuando en realidad sigo en el calor de la cama y no me muevo ni un ápice. De repente veo que todo es relativo, que el tiempo y el espacio no están por ningún sitio, que me pierdo entre los pliegues del cosmos y que mi vida, mis problemas, mis alegrías no son para tanto, pero ¡se está tan a gusto durmiendo en mitad del universo siendo un pequeño punto! Buenas noches.

Foto de BdB


Se recomienda escuchar al mismo tiempo que se lee la entrada esta canción que me ha recomendado un gran amigo: Ray Lamontagne "In my own way". Gracias A. por estar ahí.



lunes, 21 de marzo de 2016

No quiero...



No quiero tus besos a medias
ni tus caricias para luego
cuando estoy a tu lado.
Prefiero no tener nada
a tenerlo todo
del otro lado de tu pecho.
No quiero noches de adioses que duelen,
ni frialdad en tus manos...
Quiero tus palabras al oído
mientras acaricias mi pelo
como en esos ratos fugaces
en que sales y te entregas.
No pongas distancia
cuando estamos juntos.


Foto de BdB